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El Problema No Es Tanto el Ébola Como el Miedo al Ébola - Deusto Knowledge Hub Explorer

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El Problema No Es Tanto el Ébola Como el Miedo al Ébola - Deusto Knowledge Hub Explorer
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lUhalol.iaPORIñigo de Miguel BeriainEl problema no es tanto el ébola como el miedo al ébolaTan importante o más que combatir el virus lo es contrarrestar el temor que trae consigo. Ahora bien, ¿cuáles son los mecanismos adecuados para erradicarlo EL ébola, finalmente, se encuentra ya entre nosotros. Lo que se decía improbable ha sucedido y en los próximos meses seguramente ocurrirá en más ocasiones. La creciente interconexión mundial hace que en la práctica sea casi imposible confinar la patología en los países africanos de los que es oriunda (lo que, por cierto, debería llevarnos a repensar muchas cosas).¿Hay motivos reales por los que preocuparse Aun cuando no seamos epidemiólogos, nos atreveríamos a decir que no. El mero hecho de que el virus no se transmita a través del aire (esto es, a través de las vías respiratorias) o que solo quepa hablar de contagio una vez que su sintomatología empieza a manifestarse, hace complejo que se llegue a una situación de epidemia en unos países a los que se supone bien preparados para afrontar una crisis de este tipo. De ahí que sea razonable afirmar, con la debida prudencia, que el ébola, por sí mismo, difícilmente causará daños de severa magnitud en nuestras sociedades. Otra cosa es hablar de un trastorno que acompaña a la propia patología, un trastorno que no es otro que el miedo, el temor a contraerla. Y es que este efecto colateral delébola es potencialmente mucho más peligroso que la enfermedad en sí misma. Piénsese, a este respecto, en los terribles daños que ocasionaría en la atención primaria o en los servicios de urgencias la combinación de una población traumatizada, capaz de acudir al médico ante los primeros síntomas de una gripe común, y unas plantillas sanitarias considerablemente mermadas por las bajas, excedencias o abandonos del puesto de trabajo. Teniendo esto presente es fácil concluir que tan importante o más que combatir el ébola lo es contrarrestar el miedo que trae consigo, por cuanto este puede resultar mucho más letal. Ahora bien, ¿cómo conseguir este objetivo ¿Cuáles son los mecanismos adecuados para erradicar un temor que ahora mismo resulta probablemente injustificado En el caso de la población en general, no debería ser demasiado complejo. Una política de información adecuada y fidedigna (esto es, muy diferente a la que se nos ha ofrecido hasta ahora), basada en la participación de profesionales de la salud y dotada de los canales adecuados sería de gran utilidad para mejorar el actual panorama. A ello habría que añadir un uso eficaz de las herramientas de las que nos dota el ordenamiento jurídico para perseguir a aquellos que se dedican a hacer afirmaciones falsas sobre la enfermedad, creando una alarma social a todas luces tan injustificada como dañina (lo cual podría, según las circunstancias concretas, dar lugar a la configuración de una de las modalidades de los delitos de desórdenes públicos, 561 del Código Penal).Más complejo resulta el caso de quienes desempeñan su labor profesional en el sector salud en general y de los profesionales destinados a atención primaria, urgencias, ambulancias y cualquier otro servicio que implique un primer contacto con el paciente en particular. Para entender por qué, convendría tener presentes las características del ébola. La más relevante en este punto es que solo puede transmitirse desde el momento en que el paciente desarrolla la enfermedad, no mientras todavía se halla en fase de incubación. Por tanto, en una amplia mayoría de los casos, el paciente requiere asistencia sanitaria antes de convertirse en una amenaza efectiva. Esto, que resulta de enorme ayuda de cara a controlar efectivamente la enfermedad, tiene una consecuencia que no se ha subrayado suficientemente hasta ahora. Salvo catástrofe harto improbable, el ébola va a ser una patología que afectará sobre todo al personal del sector salud, especialmente al que trabaje en las categorías citadas. A partir de ahí, no debe extrañarnos que en los recintos sanitarios a los que se ha asociado el primer brote hayan proliferado las bajas, excedencias y ausencias. Al fin y al cabo, los profesionales de la salud, como todos los humanos, sienten temor ante la presencia de un virus potencialmente mortal. Uno podría pensar lo contrario, dado que su desempeño profesional habitual entraña por sí mismo un riesgo constante hacia sus vidas. No obstante, no es lo mismo asumir un riesgo cotidiano y conocido que tener que afrontar otro que no cumple ninguno de estos parámetros. Su miedo, en suma, no es irracional y se encuentra, seguramente, justificado por muchos de los errores cometidos en los últimos días. La conclusión de lo dicho es que nuestra primera y más importante tarea ha de ser reducir a toda costa el rango de ansiedad con el que los trabajadores del sector de la salud tendrán que convivir en los próximos tiempos. Y, para ello, también existen medidas, no siempre adoptadas pero sí aconsejables. La primera de ellas consistiría en establecer centros de referencia preparados para atender a los posibles enfermos, lo que implica, entre otras cosas, disponer de espacios con entrada propia, aislados del resto de las dependencias del centro, así como de medios de transporte habilitados para el caso. A ello habría que añadir la presencia constante de personal adiestrado en el tratamiento de la patología. Una vez hecho esto, resultaría más sencillo tanto educar a la población para que quienes tuvieran motivos razonables para pensar que podrían haber contraído la enfermedadNuestra primera y más importante tarea ha de ser reducir a toda costa el rango de ansiedad con el que los trabajadores del sector de la salud tendrán que convivir en los próximos tiempossupieran exactamente a dónde acudir para obtener tratamiento, como desarrollar un sistema eficiente de captación de casos que contemple protocolos adaptados al ámbito de la atención primaria, urgencias, puntos de atención continuada (PACS) e incluso clínicas privadas. Todo ello debería ir unido a una formación básica a todos los estamentos implicados, potenciando a la par un uso eficiente de las ambulancias específicamente preparadas.Más complejo será conformar los equipos sanitarios que habrán de operar en dichos centros. El ordenamiento jurídico dispone de herramientas para garantizar la implicación del personal sanitario. Sin embargo, sería ineficaz y contraproducente intentar imponer coercitivamente lo que podría lograrse a través de otros medios. Un sistema basado en el voluntariado, que incluya incentivos suficientes para quienes -no lo olvidemosestarían dispuestos a jugarse la vida para protegernos a todos parece mucho más adecuado. Por descontado, podríamos incluso pensar en varios niveles de voluntariado, en función de los diferentes niveles de respuesta a la enfermedad (un primer nivel, integrado por quienes formarían parte de ese servicio específico; un segundo nivel, compuesto por aquellos que deberían, por ejemplo, vigilar a enfermos en cuarentena, etc.), de manera que la intensidad del entrenamiento y el uso de los recursos sanitarios se adaptase razonablemente a la gravedad del problema. Si todos estos pasos -y otros en los que es posible pensarse adoptaran adecuadamente, sería más factible asegurar a los trabajadores del sector que las posibilidades reales de afrontar un caso de ébola no diferirían sustancialmente de las de cualquier otro ciudadano, lo que contribuiría eficientemente a rebajar sus actuales inquietudes. Porque a día de hoy está claro que necesitan saber fehacientemente que la administración y, más aún, la sociedad en su conjunto está de y a su lado.La cuestión, por descontado, será saber si tenemos capacidad y voluntad suficiente como para adoptar estas necesarias medidas. Rogamos que efectivamente sea así, no ya solo por la situación que se nos presenta en las circunstancias actuales, sino por otras, más complejas, que podrían surgir en el futuro.* Investigador posdoctoral de la UPV/EHU en la Cátedra Interuniversitaria Diputación Foral de Bizkaia de Derecho y Genoma Humano, Universidad de Deusto y Universidad del País Vasco
Author
Iñigo de Miguel Beriain
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Date Released
2014-10-16T00:00:00
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