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¿Misterio en la Navidad?, por José Ramón Scheifler - Deusto Knowledge Hub Explorer

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¿Misterio en la Navidad?, por José Ramón Scheifler - Deusto Knowledge Hub Explorer
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lUhalol.iaPORJosé Ramón Scheifler¿Misterio en la Navidad No hay como la Navidad entre las fiestas del año. Distinta de todas, entre la nieve y el frío, se apodera, con antelación de semanas, de nuestras ciudades y pueblos llenándolos de luz y coloridoSON tres semanas distintas de todo el resto del año. Un florecer de ilusión que acelera su cansino palpitar. Navidad es una vivencia común a Norte y Sur de dos continentes por lo menos, que no pasa desapercibida ni entre los países de tradición no cristiana. ¿Por qué Otra cosa es determinar y precisar sus características; dar con el adjetivo, o en plural, que la identifiquen y compendien: ¿entrañable ¿entrañable y agridulce son quizá los más frecuentes. ¿Íntima y expansiva, contagiosa Navidad Pero ¿existe acaso un talante navideño ¿un no se qué, un espíritu de Navidad Ese comercial Feliz Navidad está fabricado en serie, pero la felicidad y la Navidad son algo demasiado personal.Han pasado ya tantos siglos de la Navidad, o tantísimas Navidades, que me pregunto si a lo largo del camino, o quizá en sus últimos tramos, ha perdido su mismo nombre sus rasgos filológicos de ¿nacer y ¿nacimiento, derivando burdamente al de una mesa larga para muchos comensales, entre los que puede incluso haber alguno malcayente, con mucho trasiego de platos y copas, de palabras y de ruidos, aunque no esté encendido el huésped de turno, el televisor. Navidad fue la fiesta de un nacimiento que, como ningún otro, si no cambió la historia del mundo, sí la cultura de medio, de este mundo occidental, y marcó el inicio de una era que lleva ya dos mil años. Ningún faraónegipcio ni emperador romano logró semejante éxito, precisamente después de muerto, cuando aquel niño Jesús comenzó a ser llamado Jesucristo.La Navidad, como todo nacimiento, tiene algo, mucho, eminentemente humano; como humano, verdaderamente humano, fue aquel Jesús que nació, vivió y murió, y en el entretanto de su vida transmitió unas enseñanzas y valores acomodados a las personas sencillas de una región, mentalidad y cultura en un tramo de la Historia y acomodables también a todos los seres humanos, cualquiera sea su raza, su cultura y el siglo de su historia. Enseñanzas y valores ciertamente humanos que, por provenir de él, son a la vez cristianos.Distintas de las demás fiestas, las Navidades se distinguen claramente de la que las interrumpe aunque quede englobada en ellas. ¡Qué distinta es Noche Buena y Epifanía (Reyes Magos u Olentzero) de la Noche Vieja! ¿Por qué ¿Qué tienes tú, Navidad Sin saber con precisión qué o cuál es el meollo de la Navidad ¿es este inmutable al tiempo aunque conservando el mismo nombre Son muchas mis Navidades y, aunque no tantas en muy distintos países, reconozco la identidad de todas ellas, así como la de todos con quienes las he compartido. No ha faltado la mesa, la alegría y el humor, los besos, las risas y los regalos, se han sentido las ausencias, pero en imagen o en el fondo del alma, el que nos reunía, el que era el alma de la fiesta, era sin dudar el niño recién nacido hace ya dos mil años, pero vivo en el corazón de todos los comensales.Sin embargo, a partir de cierta fecha, a mi juicio muy precisa, todo comenzó a cambiar. Tres siglos habían bastado al cristianismo para, a golpe de aguantar persecuciones, imponerse a las legiones del Imperio Romano. Y así se mantuvo durante dieciséis largos siglos, extendiéndose con mayorías o minorías por todo el universo, dividido, eso sí, en distintas Iglesias: la católica, las orientales, las protestantes... La identidad navideña se mantuvo, sin embargo, dentro de la común religiosidad cristiana. Superó incluso la ola de la Ilustración y fenómenos concomitantes, precisamente por tratarse de algo tan natural como el nacimiento de los niños, de los cuales sólo al acabar su aventura solemos reconocer su calidad y la de sus obras. Pero han bastado cincuenta años para que gran parte de ese edificio de veinte siglos comience a desmoronarse precisamente aquí, en Europa, donde parecía estar más y mejor asentado; incluido el País Vasco, hasta hace poco tan cristiano y ahora tan descristianizado en los jóvenes de los cuarenta para abajo.Dentro del catolicismo, tras la cerrazón de Pío IX y S. Pío X, la apertura de la Iglesia al Mundo, gracias al Concilio Vaticano II, 19621965, fue a la vez un clímax -que la Iglesia y el Mundo se entendieran era un buen presagioy un punto de inflexión que, seguido del 68 francés, pareció iniciar el fenómeno sociológico que atraviesa Europa de apatía religiosa, de abandono de las prácticas tradicionales, de pasar de todo lo que no sea mundo encerrado en sí mismo; es decir, esta ausencia total -por seguir la moda, por comodidad o pereza intelectualdel más mínimo sentido de trascendencia. Este es el más grave problema del Papa Francisco, un problema ante el que no valen sus simpáticos gestos de cercanía. La crisis del clero y seminaristas del 65 al 80, aquella ¿oscura desbandada, fue mucho más que un síntoma. ¿Qué es, me pregunto, la Navidad hoy para tantos descreídos ¿Para esas parejas jóvenes que comienzan a tener hijos, como si antes nadie los hubiera tenido ¿Qué les dicen a sus niños del que originó la fiesta Cuando algo ha perdido su sentido originario, ¿no es mejor abandonarlo Pero la Navidad subsiste y lo hará todavía durante bastante tiempo, aunque no la apoyen los comercios o intenten desviarla de su original sentido. Y, dentro de ese, sostengo que cada cual la vive dentro de sí y a su manera, cada año la misma y distinta. Si ya en los viejos la atracción de nuestra infancia es fuerte, en Navidad es irresistible. Es el niño que llevamos dentro, el que fuimos y aún somos. Si Navidad es la fiesta de los niños, lo es mucho más la de los viejos. No en vano cargamos tantas, que son alas para mí. Las he repasado todas, de atrás para adelante y de delante hacia atrás, sin disecarlas, resucitando su entorno vital. He constatado algunas constantes y un par de singularidades. La primera y fundamental ¿quién o qué mantiene vivo en mi corazón, y en el de tantos como yo, a aquel mismo niño Jesús de mis cinco y seis años, cuando no sabía nada de él ni de la vida, y a los treinta y a los noventa, cuando conozco algo de la historia del miste-Han bastado cincuenta años para que gran parte de ese edificio de veinte siglos comience a desmoronarse precisamente aquí, en Europa, donde parecía estar más y mejor asentadorio de su vida y de la mía, de mis pequeñas cicatrices, cerradas a fuerza de besos ¿Por qué siempre ese niño es motivo de esperanza y alegría, si al acabar cada año, canto aquello de: ¿Las Navidades se vienen, las Navidades se van; y nosotros nos iremos, y no volveremos más Y cuántos, cuántos se han ido ya. Quizá más que en Pascua de Resurrección, es el recién nacido de Belén quien me ilumina el futuro salpicado por la duda y la melancolía. Siento que la Navidad nos hace mejores a todos, porque yo me hago un poco mejor, y sé que no es un sueño. La edad de los sueños ha pasado. Esta es la de las ilusiones y conquistas. Y reconozco que las miradas en Navidad son más nobles, los buenos deseos más sinceros y eficaces y las sonrisas llegan al corazón, al alma.La Navidad, paradójicamente, me justifica lo extraordinario, ese algo mejor, más costoso, a la vez que me duele más el pobre, el parado, que no puedo remediar. ¡Y hay tantos y tantos pobres! Y otros muchos ya cargados de millones que no cesan de robar. Soy una insignificancia, lo sé. Y no siento que derrocho porque sólo hoy es Navidad. Durante las Navidades de niño y joven, vividas sin inhibiciones, me preguntaba mil veces ¿qué piensan de ellas nuestros padres, todas esas personas mayores que ahora se vuelcan y desviven por nosotros ¿Cómo las viven por dentro Pero se fueron sin que se lo preguntara y sigo sin poder adivinarlo. Desde que oí por primera vez el ¿Stille Nacht, Heilige Nacht, ¿Noche de Paz, Noche de Dios, lo canto o lo tarareo para mí solo, tan bajo que no me oigo, porque sólo así me suena bien y me permite dormir. Mi mal oído es proverbial.Y una singularidad. En un libro de Navidad para niños leí: ¿La Virgen hizo unas gachas de pepitas de pimiento. Y San José le decía: Bendito tu entendimiento. Y sin saber lo que eran gachas, San José me pareció un salao, un txirene. Me reí entonces y ahora. Pero también me pareció un estupendo marido.Y esta otra. Fue en el altiplano boliviano, entre los aymaras, a orillas del Titicaca, a 4.000 metros de altura, hacia el año 19741975. Una indita estaba para dar a luz. Era un día de diciembre. Pasaba un día y otro acurrucada en su casucha entre sudores. El hechicero o el santón de su comunidad le suministraba infusiones de sus hierbas sin lograr el éxito. No conseguimos que subiera al altiplano un médico o enfermera de La Paz. Murieron madre y niño sin llegar a Navidad.* Profesor emérito de la Universidad de Deusto
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José Ramón Scheifler
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2014-12-22T00:00:00
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