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Generaciones tras el Mostrador - Deusto Knowledge Hub Explorer

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Generaciones tras el Mostrador - Deusto Knowledge Hub Explorer
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Generaciones tras el mostradorCuarenta tiendas llevan más de un siglo abiertas gracias a la vocación de quienes las regentanHan atravesado guerras, postguerras y crisis de todo tipo, pero su calidad, su servicio al cliente y el relevo generacional les han permitido perdurar:: AINGERU MUNGUÍA SAN SEBASTIÁN. San Sebastián tiene casi una cuarentena de comercios con más de cien años levantando la persiana. En una época en la que prima lo efímero y la liquidación de negocios, algunas tiendas han logrado permanecer, subsistir, incluyo ser punteras en su sector. Han pasado guerras, posguerras, crisis de todo tipo, pero ahí han seguido gracias a su capacidad de adaptación, el servicio al cliente y por estar controladas por familias donde el negocio corría por las venas y el saber hacer tras el mostrador se ha transmitido de generación en generación. Estas son algunas historiasde tiendas centenarias y las claves de su éxito.Asunción BenegasPerfumería Benegas«Nos inculcaron la austeridad, el trabajo bien hecho y mirar a largo plazo»En 1908 el podólogo Francisco Benegas montó un establecimiento de peluquería junto a su mujer Justa Echevarría, que incluía gabinete de podología y hasta bazar médico. Su nieta, Asun, cuenta hoy que su amona tuvo la visión de hacer un hueco en el local para exponer perfumes venidos de París. «Fue la primera perfumería que, como tal, abrió en San Sebastián». Esa sección, entonces secundaria, se convertirá con los años en la base de un negocio puntero e innovador, que siempre ha buscado la excelencia, se ha adelantando a los tiempos y ha hecho del servicio al cliente la clave de su éxito. Hubo momentos muy malos tras la primera Guerra Mundial y la Guerra Civil. Loshijos de los fundadores introdujeron los complementos y mandaron a finales de los 60 a sus hijas Charo y Asunción a estudiar estética y perfumería a París, lo que en aquella época fue «como salir del pueblo e ir a la luna». La nueva generación cerró el negocio de peluquería a principios de los setenta y centró la tienda en la perfumería e introdujo la cabina de belleza. En 1996 el establecimiento recuperó la colonia a granel que vendían los abuelos. En 2008 se incorpora a la tienda el ingeniero Luis Gimeno, hijo de Charo Benegas, cuarta generación de la familia al frente del negocio. Asun resume las claves de la continuidad de Benegas en el espíritu que les inculcaron sus abuelos, que «con 90 años venían a la tienda a trabajar. Fueron austeros, tuvieron afán de perfeccionismo y superación, valoraban el trabajo bien hecho, no se quejaban nunca y en vez de pulirse su fortuna la guardaron para cuando vinieran tiempos malos. A mí me dejaron ese legado y yo lo transmitiré también». Luis valoraque les inculcaran que «las cosas hay que hacerlas con vista puesta en el largo plazo». Benegas sigue hoy fiel a su línea de apostar por la especialización en productos diferentes y de calidad, y por la atención personalizada. «El lujo no es hoy lo caro, sino la buena atención y el servicio», algo así como lo que ofrece la tienda en espacios exclusivos donde se muestran los perfumes más selectos de Guerlain o Chanel, ámbitos que se pueden contar con los dedos de una mano en Europa.Eugenio TamayoPapelería Tamayo«Estamos vivos por la originalidad, innovación y adaptación a los tiempos»Es una de las últimas tiendas que ha entrado en el club de los centenarios. Todo empezó con una imprenta que Tomás Tamayo Berroeta fundó en 1914 en la plaza Pinares de Gros. La máquina se la trajo desde Alemania en tren y hoy se puede observardentro de la tienda de la calle Legazpi. La visión del fundador de la saga y la calidad de sus trabajos -sus libros de contabilidad fueron apreciados en todo Españale permitieron tener casi 500 trabajadores en almacenes de papel y talleres de artes gráficas diseminados por varias localidades, según nos cuenta su nieto Eugenio Tamayo. Montó otra imprenta en el Camino de Mundaiz y en 1923 dio el salto a la calle Legazpi, tienda que ha mantenido la familia hasta nuestros días. La dirección la tomó en 1967 Arturo, hijo del fundador, y en 1980 pasó a Eugenio que ve con satisfacción que hay una carta generación que está dispuesta a continuar con el negocio. La tienda ha estado en permanentes cambios y reformas en las últimas tres décadas. «Si algo define a Tamayo ha sido por su carácter innovador y su implicación en la ciudad y en su entorno. Hemos sido reconocidos por Innobasque, la Universidad de Deusto nos eligió para hacer una publicación sobre responsabilidad social corporativa. Hemosikñ* !* W i: *La farmacia Imaz Casadevante, con su histórica mecedora durante los años 40.La perfumería Benegas hace varias décadas.Las jóvenes hacían su ajuar a la Casa de las Labores a principios del siglo XX. Francisco Arenzana y su familia en una tienda que no ha cambiado mucho.sabido adaptarnos a los tiempos, hemos apostado por la originalidad y por eso estamos vivitos y coleando. No es que hayamos sobrevivido, es que estamos en plena forma», afirma Eugenio. La tienda da hoy trabajo a veinte personas. Otra de las claves de la perduración de Tamayo es que «siempre hemos sabido trabajar en equipo. Somos una familia muy cercana y unida. Y siempre hemos tenido relevo generacional, el gran problema de todas las pymes hoy en día». Eugenio mira hoy a su hijo con gran orgullo «porque tiene el mismo espíritu que su bisabuelo. Lo que yo he mamado del aita y del aitona lo tiene él. Es la garantía de que la tienda seguirá viva con el mismo espíritu. Los pequeños solo podemos competir con las grandes superficies con una bonita sonrisa, servicio al cliente, cercanía, originalidad y calidad. Eso es Tamayo».Héctor BarrenetxePastelería Barrenetxe«Hacíamos velas. Mi padre decía que quien vende luz y pan no cierra nunca»San Sebastián tiene pastelerías centenarias como los Barrenetxe, si no su tienda sí su actividad en la ciudad. La historia de los Barrenetxe parte del caserío Etxenikea de Zugarramurdi donde, como tantas familias durante siglos, se elaboraban velasgracias a los panales con que contaban. Este bien era muy preciado porque era la única fuente de iluminación con que se contó durante siglos. La cera para velas era el producto fundamental y la miel era el secundario. El caserío tenía un molino o malacate tirado por un burro que empezó a elaborar chocolate en el siglo XVIII gracias al cacao proveniente de América, un producto que llegó a Europa a través del puerto de Pasaia gracias al monopolio de la importación de este producto desde Venezuela por la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. El primer Barrenetxe que decide poner una tienda en San Sebastián es Juan Cruz, abuelo del actual responsable del negocio Héctor. El establecimiento se abrió en 1920 en la calle Narrika con el nombre de Grazi, aunque la esposa de Héctor, Rosa Gisasola, recuerda que han encontrado registros contables de la actividad confitera de la familia en Zugarramurdi del año 1699. Tras la Guerra Civil, Antxon, uno de los hijos de Juan Cruz que trabajó en Grazi, se traslada a Eibar donde constituye la Salera Eibarresa, otro negocio de pastelería al que se incorporan sus hijos Oscar y Héctor. Este último se trasladó finalmente a San Sebastián con su esposa Rosa y abrió Labeak en la cale Legazpi, un negocio que se ubicó finalmente en la plaza de Gipuzkoa ya con el nombre de Barrenetxe. Otro Barrenetxe, Alejandro, alumbró enla avenida de la Libertad 34 a un innovador establecimiento: la pastelería y salón de degustación Sacha, punto de reunión obligado en los difíciles años 30 del siglo pasado, que fue diseñado por los arquitectos Aizpurua y Labayen. Hoy los Barrenetxe tienen cuatro tiendas y tres establecimientos dentro de los supermercados SuperAmara. Los dulces y la panadería corren por sus venas, y tienen la suerte de tener dos hijos, Elena y Héctor, que ya cogen las riendas de un negocio que no cierra nunca: «Nuestro padre decía que quien vende agua, pan y luz no puede cerrar nunca. En esas estamos».Marga/Inés MatxiarenaLa Casa de las Labores«Tenemos clientas muy enganchadas, vienen hasta por indicación médica»Las hermanas de su bisabuelo fundaron en 1903 la tienda en la calle Narrika número 23, pero dos años después se trasladaron a su actual ubicación en la calle Elcano con el nombre de Hermanas Arrieta, explican Marga e Inés Matxiarena. En un principio era un taller de dibujo y bordado donde las jóvenes iban a confeccionar su ajuar, «eso que hoy se compra en Zara Home». Concha, la abuela Marga e Inés, enviudó joven y se quedó con sus hijos a vivir en casa de su tía que al cabo de losaños «le dio la opción de ser ella quien sacar esto adelante». Fue ella la que lo convirtió en un negocio en la postguerra, una tienda que se llamó Conchi Arrieta. «Traía angora y puntillas de Francia, algo muy apreciado entonces». Sus hijas también trabajaron en la tienda y desde 2011 es la generación de Marga e Inés la que conduce el establecimiento. La tienda es un referente en su sector porque ha logrado tener ese botón que nadie encuentra en las inexistentes mercerías de la provincia. «El 80% de nuestras clientas son de Gipuzkoa, mujeres que vienen expresamente de Azpeitia o Bergara porque saben que aquí encontrarán lo que buscan». Parece mentira que un negocio de este tipo, con precios medios entre 2 y 10 euros, prospere. «Y más si se tiene en cuenta que mucha gente viene para decirnos que no sale el punto o para lamentarse de que su hijo no le llama». Ese trato cercano lo han sabido mantener como su más preciado tesoro: «La mayoría de nuestra clientas vienen todos los días. Algunas lo hacen hasta por prescripción médica porque esto de hacer punto te exige cabeza, pensar, decidir, medir... y si encima te dan conversación». El último año ha sido «horrible» para La Casa de las Labores porque no ha hecho frío hasta diciembre «y si no hace frío la gente no se queda en casa haciendo cositas». Las modas influyen muchotambién. «Estuvo de moda el punto de cruz y eso mantuvo la tienda algunos años. Ahora vuelve la moda del ganchillo». Marga e Inés han apostado por «reinventarse» y han puesto en marcha talleres de 10 semanas para enseñar a hacer punto. «Todos los grupos están llenos».Francisco ArenzanaCordelería«Nunca hemos eliminado artículos que no se venden por si nos lo piden»Fue el abuelo de Francisco Arenzana quien fundó en el año 1900 una tienda de venta de frutos secos en la calle Getaria 12, que se trasladó quince años después a un local de mayores dimensiones en el número 14 de la misma calle. Los decomisos de la Guerra Civil les dejaron sin nada, pero el negocio salió adelante con cordelería y alpargatas. Luego vendieron corcho, que se utilizó mucho en aislamientos de frigoríficos. Ahora están centrados en felpudos, cordelería y corcho, siempre productos naturales. Han pasado por crisis muy fuertes como la de la moda de los productos sintéticos, la de «la apertura comercial del mercado común europeo y la del euro» y la actual, pero nunca han tenido la tentación de cerrar. Una de las claves de su éxito es «no eliminar nunca un producto aunque sea poco rentable. Eso es un valor de nuestro negocio que hemos sabido mantener». El otro es haber sabido transmitir la vocación comercial a la siguiente generación -su hija María gestiona con él la tienda-. «Este es un negocio muy esclavo. Tienes que tener una vocación. Te tiene que gustar venir a trabajar y no contar las horas que te faltan para salir».Arancha ImazFarmacia Imaz Casadevante«La carrera de Farmacia y las propias farmacias desaparecerán»El origen de este centenario establecimiento está en una farmacia que abrió en el número 19 de la calle Hernani a finales del siglo XIX y que en 1898 fue ya regentada por Manuel Fernández Casadevante, abuelo de Arancha Imaz que trabajó en ella desde los 14 años y que la dirigió medio siglo hasta el año 2007 cuando se jubiló con 73 años «por imperativo legal». Hoy es su sobrina Ana Imaz quien lleva el local. Con 80 años, Arancha echa de menos el trato con el público y el estilo del San Sebastián de antes. «La gente venía a charlar contigo, se sentaba en la mecedora, se desahogaban. Ahora te dan la tarjeta la pasas por la máquina, pagan y adiós». Opina que durante décadas «se ha abusado mucho de la Seguridad Social» ya que las casas «estaban llenas de medicamentos» y explica que el negocio de las farmacias ha cambiado mucho. Entre la regulación y las diferentes crisis, Arancha Imaz ve con nubarrones el futuro del sector. «Es una carrera que desaparecerá y al final se dispensarán los medicamentos en hospitales y ambulatorios».
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Aingeru Munguía San Sebastián. San Se
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