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El Bañerazo Griego - Deusto Knowledge Hub Explorer

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El Bañerazo Griego - Deusto Knowledge Hub Explorer
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El recién nombrado ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, ha desenterrado el hacha de guerra afirmando el viernes pasado que su Gobierno no reconoce a la Troika de acreedores como interlocutora válida en las negociaciones sobre el programa de rescate de Grecia. Más aún, ha tildado sus programas de rescate de waterboarding, un vocablo que no tiene traducción directa al castellano (bañerazo podría ser un neologismo) pero que cualquier aficionado a filmes policiacos o bélicos identificará con facilidad: esa macabra maniobra que el malo aplica repetidamente al bueno (o a la inversa) para que aporte la secreta información requerida a base de violentas inmersiones de su cabeza en una bañera repleta de agua, hasta los límites de la asfixia. Previsiblemente, la sangre no llegará al río. Pero para desmontar esta grave acusación habrá que señalar al menos dos extremos que incumben a los rescates de la economía griega.Comencemos con la evidencia palmaria de que nadie, en el ámbito privado, quiso en 2010 ni quiere hoy en 2015 eso que se llama riesgo Grecia. ¿Lo quiere acaso Vd. ¿Aceptaría que el fondo de inversión en el que Vd. deposita sus ahorros compre deuda griega ¿Lo toleraría como activo en el fondo de pensiones particular con el que alimenta su futuro retiro La respuesta racional es negativa y enMANFRED NOLTEMEL BAÑERAZO GRIEGOSyriza debe asumir que el origen de la crisis helénica no está en los programas de rescate sino en los problemas estructurales del paísconsecuencia, por mera agregación, queda ratificada la pésima calidad de riesgo del prestatario soberano griego. Pero como en la patria de Homero hay viejas y nuevas necesidades sociales diarias que cubrir, así como vencimientos de deuda que atender, con Syriza o con cualquier otro partido que hubiese accedido al poder, no existe otra alternativa -afortunadamenteque la de acudir a Europa y a la Troika. Grecia es un país de la Unión y puede contar con los mecanismos de solidaridad previstos en el acervo comunitario para los países en dificultades.Esto es lo que ha sucedido en las cuatro ocasiones en las que la Troika -FMI, BCE y el Fondo deRescate Europeoha acudido a sostener la deuda helénica desde mayo de 2010. Nada de waterboarding o bañerazos. Nada de deuda ilegítima. Nada de deuda odiosa y repudiable. En su lugar, estricta adhesión europea con contrapartidas, traducidas en un número de reformas estructurales contenidas en el memorándum del rescate. Precisamente porque Grecia es miembro de un club, al recibir la ayuda solicitada, es de justicia que se ajuste a su vez a las reglas largamente incumplidas del funcionamiento interno de dicho club. Después de todo, la sociedad griega no puede ignorar sus problemas estructurales que le abocan a una deplorable productividad y competitividad, a un sector público mastodóntico y patriarcal, una estructura monopolista en algunos de sus sectores clave, una incapacidad recaudatoria y una economía sumergida desmesurada con elevados niveles de corrupción y clientelismo, sin olvidar que vivió lustros por encima de sus posibilidades y cometió el histórico fraude contable con el que se falseó su déficit fiscal y el certificado de acceso a la Eurozona. Casi nada.El segundo ingrediente de la confusión reinante en el diagnóstico del caso griego reside en achacar el caos económico del país a la insostenibilidad de su deuda. Se argumenta que el bañerazo de unas políticas dictadas e impuestas ha resultado en una deuda impagable a la que se somete el bienestar de la colectividad entera y que esta es la causa última, si no exclusiva, del desastroso cuadro macroeconómico que exhibe el país. De ahí también el requerimiento de su alivio parcial o quita total.Pero achacar el escenario de la crisis helénica al tamaño de su deuda pública -el 175% de su PIBes más que discutible, ya que a pesar de su exorbitado tamaño disfruta de cómodos plazos de amortización y tipos muy subvencionados. Los préstamos blandos de Bruselas se devolverán, en principio, entre el 2020 y 2041 y el periodo de carencia de intereses se extiende hasta el 2020. En la práctica Greciapaga por su servicio de su deuda un 2,6% anual de su PIB, menos que Italia (4,5%) y España (3,3%) y algo más que Francia (2,2%) o Alemania (1,8%). Tsipras y su gobierno quieren renegociar y reestructurar la deuda soberana Grecia. De ello han hecho bandera en la campaña y en el programa electoral. Pero no es esa la baza más importante que deberán jugar, ni el entuerto más complejo que habrán de resolver. Las claves están en la estructuras viciadas que han sido objeto de relato anterior.El panorama razonablemente previsible y también deseablees que en el plazo de las próximas semanas (no muchas, porque hay vencimientos perentorios) se alcance un convenio hoy aún por definir. No sobre una quita, que se ha convertido en la otra bandera de los prestamistas, ni sobre la relajación de las reformas, pero si sobre el monto del déficit global o del déficit primario para financiar nuevos servicios sociales; sobre programas de inversión no computables en el pacto fiscal y sobre el alargamiento de plazos y alivio en la equivalencia financiera de la deuda que atañe particularmente a Bruselas, un 60% de la deuda total.Luego, divididas las diferencias, cada parte justificará el acuerdo con los matices que le convengan, pero sin aspavientos graves ni revoluciones conceptuales. Para entonces, el bañerazo habrá sido un cliché olvidado. Nunca hubo tal.
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Manfred Nolte
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Date Released
2015-02-02T00:00:00
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