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La Extorsión de Eta, el Drama Oculto de Más de 10.000 Vascos - Deusto Knowledge Hub Explorer

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La Extorsión de Eta, el Drama Oculto de Más de 10.000 Vascos - Deusto Knowledge Hub Explorer
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MÁS DE 10.000 VASCOSLa Universidad de Deusto documenta el tormento de los chantajeados con entrevistas a 60 víctimas, que repasan el dilema ético entre pagar o no pagarAmenaza. Detalle de una carta de ETA en 2007, procedente de una de sus últimas remesas. efeJOSÉ MARI REVIRIEGOCuando Mikel, nombre ficticio de un empresario vasco, vio en la carta la firma de Euskadi Ta Askatasuna se sintió morir. Las personas chantajeadas por ETA confiesan que la maldita misiva tiene el mismo impacto emocional que «cuando te dicen en un informe médico que sufres una grave enfermedad». Un mal llamado impuesto revolucionario que ha desguazado la vida a más de 10.000 vascos desde los años setenta, según estimaciones de diversos estudios, pagasen o no al final el precio por su vida y la de los suyos. Ayudasen o no a financiar el amonal o la bala de otra víctima, el tormentoso dilema entre ceder y no ceder a la extorsión ha permanecido hasta ahora bajo un manto de silencio, oculto en las tinieblas del sentimiento de culpa.La angustia de los extorsionados es todavía tan grande que muy pocos seatreven a salir a la luz para recordar cómo empezó todo. Y, lo peor en muchos casos, cómo acabó. Un equipo de investigadores, coordinado por el Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto, ha logrado que algunos de ellos relaten su experiencia en un ambiente de máxima confianza y celo para preservar su anonimato, protegido con un código cifrado. El recuerdo es aún doloroso, lleno de peligros. De hecho, apenas un tercio de las víctimas con las que ha contactado el grupo profesional ha accedido finalmente a hablar. Los expertos lograron comunicarse con más de 200 personas marcadas por la banda terrorista, pero sólo 60 se prestaron a ofrecer su relato en entrevistas personales en profundidad. Cara a cara con los tormentos de su pasado, sus testimonios dan cuerpo y sentido al proyecto La extorsión y la violencia de ETA contra empresarios, directivos y profesionales, promovido inicialmente por el colectivo de reflexión Bakeaz, ya desaparecido. Con el impulso ahora de la Universidad de Deusto, el trabajo ahonda en el acoso que supuso el chantaje y en sus consecuencias para la convivencia democrática y la actividad económica en Euskadi.La investigación analiza la extorsión, el pasaje sociológico menos debatido de la vulneración de los derechos humanos, desde diferentes perspectivas: histórica, económica, política y ético-jurídica. Esta última es la parte más avanzada de un trabajo que repasan sus autores en un encuentro con EL CORREO: el profesor emérito de Ética de la Universidad de Deusto Xabier Etxeberria; el jurista José María Ruiz Soroa; la coordinadora y doctora en Ciencias Políticas Izaskun Sáez de la Fuente; y el también coordinador y promotor de las entrevistas Josu Ugarte.Derecho a la reparaciónSu conclusión es clara. Pagasen o no, con independencia de su pasado y de su reacción ante el chantaje, todos los extorsionados son víctimas y como tales, merecerían ser reparadas. En todos los sentidos, económica y moralmente; hasta en recuperar el dinero que se vieron forzados a entregar a la banda, pese a que ésta lo utilizara luego para «dar caña» a otros compañeros o vecinos. Y aunque pagaran en negro. Todo un debate pendiente ahora que Euskadi se conjura para consolidar la paz tres años después del cese «definitivo» de ETA.LAS CLAVESEn silencioLos investigadores han contactado con más de 200 extorsionados, pero sólo 60 acceden a hablarConfesiones«La extorsión alcanzaba límites inimaginables. Llegaba hasta al tendero que vendía gominolas»El análisis de los investigadores, elaborado gracias a los testimonios de los chantajeados, permite reconstruir con retazos de todos ellos la historia que les cambió la vida. Como la de Mikel, ese empresario que a principios de los ochenta, años de lucha obrera y de asentamiento de una democracia aún débil, se encontró con la maldita carta al levantar la persiana de su empresa. Al leerla, sintió la presión en su nuca. Euskadi Ta Askatasuna le comunicaba lo siguiente: «Sobre la base real de la explotación de sus trabajadores, usted viene acumulando toda una serie de beneficios que contribuyen al poder represivo del Estado español». ETA le exigía «una ayuda económica» y no se lo podía quitar de la cabeza.«¿De dónde habrá venido la carta », se preguntaba, viendo que su vida había sido espiada. Conocen su nombre, su lugar de trabajo, quizá dónde vive, su familia... Comienza a desconfiar de todo. Incluso de esos conocidos del pueblo al que va de vacaciones y donde recientemente ha levantado una casita de veraneo. «¿Qué , te va bien, ¿no », le decían en el frontón.Suspicacias que ayudan a entender por qué las clases acomodadas en Euskadi nunca se han distinguido por hacer ostentación, pese al tirón de su economía. Y que llevaban al extorsionado a plantearse el siguiente dilema. De arranque, no pagar. «Tienes que hacer lo que debes hacer. Colaborar sería fomentar más atentados. No debo darlo, pase lo que pase. Denunciarlo y que se sepa». Una respuesta heroica.Pero, por prudencia, se plantea otra salida con el siguiente argumento. «Los principios son importantes, pero siempre hay que aplicarlos en¿los contextos en los que nos movemos, teniendo presente las consecuencias. Tengo que adaptarme a la realidad», se vino a decir. Tiene mujer, que está embarazada.La coacción a la que se ve abocado es «especialmente perversa». No es lo mismo un alto directivo de una gran corporación, que tiene medios para proteger a su gente, que un pequeño empresario. Y mucho menos que un profesional independiente, fuera abogado, farmacéutico o un simple comerciante de un pueblo pequeño, fichados por toda una red de «chivatos» y a quienes podían poner «un cuervo muerto a la puerta de casa» para amedrentarles si se resistían al pago. La presión era insostenible. La banda exigía millones, pero podía conformarse con el pizzo, la mordida de la mafia italiana al comercio local. «La extorsión llegaba a límites inimaginables. Hasta al tendero que vendía gominolas. Si sabían hasta cómo respirábamos y hasta lo que votábamos».La década de los años setenta y ochenta fue especialmente agitada. Una etapa de conquistas para los trabajadores y desarrollo económico, pero también de convulsiones laborales en «la lucha contra la oligarquía y la burguesía». ETA aprovechó ese magma para «demonizar» al empresariado, al que consideraba explotador por naturaleza y una oportunidad para presionar al Gobierno. No era raro que la banda se entrometiera en los conflictos de las empresas, reteniendo al jefe de la compañía para exigirle cambios. Después, le devolvían a casa «con un tiro en la pierna o en las dos».ETA ha tratado de rentabilizar desde la violencia causas que son legítimas en condiciones de normalidad: la defensa de laEtxeberria, Sáez de la Fuente y Ruiz Soroa, en la Universidad de Deusto.:: LUIS ÁNGEL GÓMEZLA INVESTIGACIÓN Entrevistas. Comenzaron a realizarse en 2013. Por internet. El equipo ha trabajado también con un cuestionario on line, contestado por 130 personas extorsionadas. La cifra de los que confiesan haber cedido al chantaje es mayor que en las entrevistas personales.Plazos. Estará terminado a finales de año y podría publicarse en el primer semestre de 2016.I Umtumi iro~ «~i (Vlk4à Ta tlifctMFVn l l(trail]* »riHHI Barf Él/¡»l.ir.iíi gmr-íiníHfadjfci iirj« bru sur man Mu«n*l«li¿mti ItlJ-rLh, liuïf ,-15**kfl Uiiratan tt niffF(l-lll BBT1Z, i-r.i,r»i»U*ii uda et«,«rnltimtH l»i1aftfc~ *Z all«7ka BpIrLla KILIIC1E EBTEKB tpLAPJ | 0IBEVB.Ena hart l| Llftt ¿ratufclKI flu nal;nor-i BirtAUta új«natiga aiz«ün<v> lamarr» «gin fTA-nftln narnmuiilin larlU di IMaflfc Ifcaai armi. Ugima çutiin e .i, crr tfuttitn cdjtTt »TBlUrjrlj,i J . i-|;ir. aanJxuini. Mfik aiiwcp ita tunl·iii; h-ir| r i : I i r r - ¿ ¿ nlit- gaÉHli JttfctFM HítiinTjprwn /.aa lutíhr!-i i«-.. r »:.!_. : ¿ i aruCildïili de iIqi tp n-IUPlRl*! tl racJbJa |a¡ «M[M6n dí aar kagai rna4lz«4fi li li bHflhn llagar r-ilv¿li ru -ti»4 < ¿KjlkU «. »HID ¿TV ElSn JLrt > ETE. fiJII IInia HM «Ljitara. j n-reac¡jf-ndo içlff ke If JOU zun Ik iffiinniu.ft¡TïIrMaito: HiaVíniïn 4at «Bri* daida 4j*m»rcprfíimiti par pur!« ilvEIA | linfvillrjfl pura. laliiJatcr riibtia üauda,juno jian qot ik*n» i < iftHiJ44 a>m-iíipnifl út un raa*. Da iiu aar ailE*aj|ia-rt|r-f atiam«1|»n*rHr--UL- u ¿¿¿ frltMfl in »faJaUvlKlniiU d» ni. *fl »4 -llCüiin il iloAi b cuklqalir ia*r*ailllÉlalUna carta con el sello de ETA, que cesó la extorsión en abril de 2011.clase obrera, la soberanía de Euskal Herria y el rechazo a Lemoiz, la autovía de Leizaran o el TAV. Pero las toca y «pervierte», creen los investigadores.DesamparadoEn este contexto, Mikel rumiaba en silencio qué hacer. Ni siquiera se lo dijo a su familia para intentar protegerla. Pero la soledad le hacía más débil y desamparado. Eso es precisamente lo que le convenía a ETA. Que el miedo siga oculto para extenderlo. Que fluya para que los fracasos en la recaudación exigida no fueran visibles.En otras ocasiones, la banda desvelaba ella misma el chantaje. Con secuestros como el de José María Aldaya, el segundo más largo tras el de Ortega Lara, y cuyo cautiverio quizá duró más de lo previsto por un error de información del comando. Reclamó un rescate muy alto porque confundió la «facturación de su empresa con beneficio personal».ETA secuestró a más de 50 empresarios y llegado el caso, tiró de gatillo. Asesinó en agosto del año 2000 a Joxe Mari Korta, el jefe de la patronal guipuzcoana que se había plantado en público ante el chantaje, en un gesto seguido por otros muchos. Un mes después de que pactara con el diputado general un compromiso de rechazo frente a la extorsión, una bomba acabó con su vida. La inseguridad volvió a zarandear a un sector que ha perdido a más de 30 de sus representantes en atentados.«Si hasta a este le matan, a mí seguro», llegó a pensar Mikel tras recibir una nueva carta. Esta vez e staba en el buzón de > casa y no sólo figuraba su6ID0 PER&OKM. iWFCTWABrt 10 KACßSAierA ¥ w**1*2TÏÏ=.¿.: - ¿ ¿¿¿¿¿EÉRA PE&iA M KWM TWTOi&TERROPtSASFCROcLA COW Ifl OT» ACTlîA&WCoWpD6 viSE5TK CHI(36ASCO. ¿SA&£::::.-x* sa**vaà* ¿¿¿;AKTES û;--.¿ ¿¿!¿AUKflE S£ ÔÊIrtlAÏWIICI0IWB30 A NAPA V.ÏEÏIiE pgäPUES. W» EètA UXïWAN KA6C0 CCWSE* El PEIEGAPO PE DUA EWJSSATEHPJÏA CUE rçwTR TOME&$MÛlESTJEAlWK#«ßl»AOTPÇ10 VC 5ÖK (WS ¿ COSAS01 NUESTROS CHttCSWfc.APCTES UN PISCUPSO;EGW UA* CAPTASPEfffECTWffiHíti££LW.AfiC0lGÖJEHILVUÜIPO ¿CIMPASEL IfWïîSTOHAïA&Wi(ECÉ& NO HAM* TBBSPSVOliCtfNWílO.0*CUË i£F£TtßL£) E5TÍVEJE COK Iff TONO MASCJANTAÔ SCA*ESAZAKTE.. .- ,;,w,:.;*;4 fcj W16MA MwtHOÇ. 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Pero podría haber sido también el de su mujer. El espanto le invadió por completo y, de forma instintiva, miró por la ventana en busca del cobijo de la sociedad que, en aquella época, todavía era esquivo. En una pintada aún se podía leer Aldaya, paga y calla.Objetivo potencialLa carta le emplazaba a dirigirse «a los habituales círculos» de determinados partidos, «mantenien| do una discreción extrema y absteniéndose de ponerlo en conocimiento de cualquier cuerpo policial». Incluso le daban un nombre al otro lado de la muga para ponerse en contacto con él. De lo contrario, «se convertirá automáticamente (Ud. y sus bienes) en objetivo potencial de ETA». Otra vez, el terrible dilema. Contactó discretamente con las fuerzas de seguridad, volcadas entonces en la desarticulación de comandos y detención de etarras, pero abandonó esta vía al detectar cierta «indiferencia a su problema».dfcHito«*iraK>*T**rïlî5*cuoim** not ¿.£¿»»»£ «(jWJWffllMiHi;21,¡*£;STEAKS***..»*_u* n Mai fea* feK IA «¿» ¿* I.J.VQue erael de muchos. Las últimas oleadas de cartas estaban hechas a partir del mero cruce de datos del censo y el registro mercantil, a través de un buzoneo masivo. Es lo que José Guillermo Zubía, exsecretario secretario general de Confebask, llama «el terrorismo más barato». Un sello y al buzón. Zubía ha compartido a título «personal» su experiencia concompañeros que «han sufrido el zarpazo del terrorismo», en una reciente conferencia organizada por la Fundación Fernando BueI sa. En aquel tiempo, el extorsionado «tenía que llevar millones de pesetas al bar no se cuántos del otro lado de la frontera y pre-ti guntar por fulanito». Con un periódico bajo el brazo para idenI tif icarse. Tal cual.De camino a Hendaya, o qui-Izá a San Juan de Luz, se perdió la pista de Mikel. Hasta hoy, recuperado por el equipo de especialistas en ética de la Universidad de Deusto. Sigue mascullando cierto «sentido de culpa». «Me tenía que haber marI chado, dedicado a otra cosa»,I piensa aún. Pese al tormento, la mayoría de los 6o entrevistados está «fuerte». Unos tuvieron que vivir con escolta. Otros necesitaron asistencia psicológica para superar la depresión y la sensación de complicidad con ETA, sobre todo los que confiesan que al final cedieron al chantaje. Lo declaran, pero a la vez se liberan de una auténtica losa en un ejercicio de «catarsis» para ellos. Algunos sufren a día de hoy estrés crónico. «El sentimiento de culpabilidad les ha machacado bastante», señalan los expertos. Pero «la mayoría lo ha superado» y declara que, pese a todo el sufrimiento, no pagó.«El miedo insuperable» como eximente penal:: J. m. R.BILBAO. La extorsión de ETA tiene una vertiente jurídica aún por explotar. El Derecho Penal no coincide con el de la víctima porque ceder al chantaje es colaboración con el terrorismo. A la vez, este tipo de acoso revela de alguna forma que el afectado no ha encontrado un marco de seguridad en el Estado. No se siente protegido por él, pero le exige que no ceda a riesgo de poner en peligro su propia vida.«Por eso la víctima busca una salida éticamente satisfactoria y útil. Si el Estado falla en su protección, cómo me puede pedir que haga de héroe y no pague», se preguntan algunas víctimas en el dilema de ceder o no al chantaje.Esta reflexión, elaborada por el jurista y articulista Ruiz Soroa, revela que la extorsión de ETA «no se ha debatido de manera suficiente». En teoría, el Derecho Penal puede justificar la conducta de la víctima si ésta demuestra que ha actuado obligada por un «miedo insuperable» a un mal. Es decir, una persona que acabe por cederante ETA estaría exenta de pena si se confirma la seriedad de esa amenaza. Sería una eximente, recogida en el Código Penal.Pero en la práctica sólo hay un juicio por extorsión de ETA: el caso de las hermanas Bruño, juzgadas por haber pagado presuntamente 6.000 euros y absueltas en 2012 por el Supremo. En España no se han instruido sumarios ni diligencias judiciales por pagos a terroristas, según el experto, que ve una cierta inhibición de los poderes del Estado, más volcado en la desarticulación de comandos para evitar atentados que en investigar un chantaje que aireaba sus carencias.«Con juicios, el debate social se habría producido», insiste. Se trata de un reto que abre nuevos frentes judiciales, teniendo en cuenta que el Gobierno ha mediado en rescates para liberar a marinos secuestrados por piratas y a cooperantes retenidos por radicales. «Si el Estado pagó por salvar vidas, yo también lo hice por salvar la mía», se pueden plantear algunas víctimas de la extorsión de ETA.
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José Mari Reviriego
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