La Universidad según Ignacio Ellacuría - Deusto Knowledge Hub Explorer
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Title | La Universidad según Ignacio Ellacuría - Deusto Knowledge Hub Explorer
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Notes | BORJA VIVANCOLa universidad según Ignacio EllacurÃaEl dÃa de hoy, tras cumplirse veinticinco años del asesinato de Ignacio Ellacu rÃa, es momento propicio para reflexionar acerca del modelo de universidad que este filósofo y jesuita vasco, en sus disertaciones intelectuales y sobre todo con el testimonio de su vida, nos ha legado. EllacurÃa lideró, en colaboración con otros jesuitas y un buen número de laicos, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de El Salvador, a fin de posicionarla en el contexto de la guerra civil, de la pobreza generalizada y de la vulneración sistemática de los Derechos Humanos, en una institución que, desde el rigor académico, priorizara denunciar y contribuir a resolver las injusticias sociales. En la década de los 60 del siglo XX, la oligarquÃa y la burguesÃa de El Salvador recurrieron a los jesuitas, como también sucedió en Nicaragua y Guatemala, con el objetivo de crear en el paÃs el primer centro universitario privado, ya que desconfiaban de la universidad pública. Hasta ese momento, los colegios jesuitas de Centroamérica, como en otros muchos lugares, se habÃan distinguido por educar en sus aulas a los hijos de las élites polÃticas y económicas, desde valores tradicionales -no rara vez desde el explÃcito anticomunismo¿ y sin incidir en la crÃtica social.Sin embargo, a partir de la finalización del Concilio Vaticano II y bajo el liderazgo de Pedro Arrupe, la CompañÃa de Jesús reorientó su modelo de enseñanza y muchos de sus colegios y universidades, por ejemplo en Centroamericana, comenzaron a pivotar sobre lo que comenzó a llamarse la educación para la justicia. La cultura educativa de no pocas instituciones de la CompañÃa de Jesús dio un giro de 180 grados, como consecuencia de volcarse en la opción preferencial por los pobres y tomando como fuente de inspiración las coordenadas de la incipiente teologÃa de la liberación, a cuya germinación y desarrollo numerosos jesuitas, entre ellos EllacurÃa, se sumaroncon entusiasmo. No obstante, como Arrupe habÃa aventurado, este importante cambio iba a suponer a la CompañÃa de Jesús la incomprensión de «algunos buenos amigos». Porque buen número de ministros derechistas de gobiernos de Centroamérica, educados en colegios de la CompañÃa al ver cómo sus antiguos maestros, a menudo misioneros jesuitas vascos, habÃan comenzado a compartir similar diagnóstico de la situación polÃtica que los movimientos revolucionarios. En Nicaragua, el primer rector de la universidad de la CompañÃa de Jesús fue el jesuita León Pallais, que estaba emparentado con la familia Somozay cuyos contactos y buena relación con ella fueron vitales para la inauguración de este centro educativo en la década de los 60, incluyendo el conseguir los terrenos para tal fin. En cambio, dos décadas después, esta misma universidad respaldó el sandinismo y algunos jesuitas colaboraron con el gobierno de la revolución.Ignacio EllacurÃa se incorporó a la universidad de los jesuitas de El Salvador en 1968. PertenecÃa a una amplia generación de jesuitas vascos, formados en universidades centroeuropeas entre los años 50 y 60, muchos de los cuales fueron enviados a América Latina. EllacurÃa era una de las figuras intelectuales jesuitas más prometedoras y estaba llamado a liderar alguna de las nuevas universidades americanas. Se habÃa adentrado en las nuevas corrientes de teologÃa de la mano del jesuita Karl Rahner y poco antes habÃa realizado su tesis doctoral sobre la filosofÃa de su maestro Xavier Zubiri. A partir de aquà el pensamiento de EllacurÃa postula por la historización del Reino de Dios en el rumbo a la utopÃa, que conlleva tanto a la transformación de la personalidad de los individuos como de las estructuras sociopolÃticas y económicasALEMÃN AMUNDARAINexistentes. «Hay una experiencia personal de Dios, pero la realidad más plena de Dios sólo se ha hecho presente y sólo puede hacerse presente en una realidad histórica», dejó escrito. Y esto conduce a una reinterpretación natural de la misión universitaria en un paÃs, como El Salvador, que se desangraba por culpa de la violencia y las desigualdades sociales: «La Universidad tiene la ineludible obligación de criticar intelectual y universitariamente la realidad nacional». Ignacio EllacurÃa, desde su nombramientocomo rector en 1979, lideró la puesta en marcha de algunas iniciativas que hoy en dÃa, y en el contexto del incipiente paradigma de la Responsabilidad Social Universitaria (RSU), son usuales en cada vez más centros de educación superior de Europa o Estados Unidos. Creó el Vicerrectorado de Proyección Social, el Instituto de Derechos Humanos y la Cátedra de Realidad Nacional. Y estableció una asignatura en la cual los estudiantes estaban obligados a hacer un trabajo de campo, en las zonas más pobres del paÃs, a fin de conocer y divulgar la situación de miseria con la que la mayor parte de la población convivÃa. El rector de la universidad Felix Ulloa y el arzobispo Oscar Romero fueron asesinados por grupos paramilitares en 1980. EllacurÃa sintió también peligrar su vida y se exilió, ese año, a España. Dos años después regresó a su universidad, en donde no habÃa dejado de ser rector. Trabajó por la neutralidad de la universidad durante la guerra civil, para proponer iniciativas que la humanizaran. Todo fue en vano. La guerra civil solo comenzó a concluir como respuesta a su asesinato, a los de sus cinco compañeros jesuitas y a los de aquellas dos mujeres. Sangre mártir que redimió a El Salvador y contribuyó a iniciar la difÃcil construcción de la paz.
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Author | Borja Vivanco
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Metadata Updated | (not set)
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Date Released | 2014-11-17T00:00:00
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Language | es
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Version | (not set)
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