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Juguetes sin Sexo - Deusto Knowledge Hub Explorer

Juguetes sin sexoROSARIO MOREJÓNPROFESORA DE PSICOLOGÍA DE LA MUJER DE LA UNIVERSIDAD DE DEUSTOEl objetivo no es tender hacia productos asépticamente neutros, sino el poder asociarlosEn estas fechas de compras de juguetes, recuerdo vivamente la reacción de mis hermanos los mellizos ante la quietud y el hieratismo de aquellos fornidos hombretones que en los anuncios de televisión lo mismo conquistaban islas inhóspitas por tierra, mar o aire que rescataban criaturas en el más intrincado de los edificios. El inmovilismo de las figuras de plástico se tradujo en una increíble pira en la bañera; su rabia ante el engaño del marketing, en que nunca han regalado estos dinámicos artículos.El interés por acercar un producto al potencial cliente desatiende con frecuencia el respeto a valores y actitudes que con cuidado venimos labrando durante todo el año. El análisis de los catálogos de juguetes es muy instructivo. Las niñas, sonrientes desde esta suerte de papel couché, visten de rosa o violeta mientras los chavales lucen azules, grises o negros. Los códigos del color se repiten en los juguetes y en su reparto en los puestos de venta. Por un lado, disfraces de hadas y princesas, muñecas hipersexuadas o maternales pepones, perlas, maquillajes y pelucas, cacharritos de cocina y hasta de limpieza; por otro lado, toda una panoplia de superhéroes, coches, motos, cohetes, helicópteros que hoy sí se desplazan, vehículos y pistas de todo género; juegos de construcción, de habilidades y múltiples accesorios de deportes. Ciertas jugueterías son un ámbito de expresión particularmente prolífico de los estereotipos sexistas. En sus secciones tenemos el sentimiento de hallarnos ante dos universos distantes y de especial dificultad para un posible reencuentro. El mundo de los chicos rebosa dinamismo; ellos participan de universos excepcionales en los que los héroes evolucionan en combates, refriegas varias con sofisticados artilugios; si de coches se trata, ellos se alían con las características técnicas de sus vehículos -turbo, velocidad, infrarrojos, radares-. Para las niñas se reserva un universo en el que ellas son las protagonistas del día a día: pequeñas mamás equipadas de carricoches, encargadas del orden doméstico y la cocina. La configuración del juego femenino se organiza en torno a la maternidad, los sueños y la apariencia física mientras que los ejes del juego masculino subrayan la técnica, el combate, la violencia y la superación de sí mismo ante las dificultades.Una concentración de clichés de este tenor representa una evidente degradación de los ideales de igualdad de oportunidades entre niñas y niños propios de las sociedades democráticas, cuando no una subliminal inyección de misoginia. La escisión descrita plantea otra cuestión: ¿qué pasa con los chicos que no se sienten cómodos en la competición, la lucha o la necesidad de mostrarse superiores ¿Qué hay del esparcimiento para aquellos que no encajan en estas categorías sexuadas Los juguetes además de diversión son un elemento relevante en la construcción de la identidad de la persona; contribuyen en la expresión y reconstrucción muy particulares de necesidades y anhelos. Aquí caemos en la cuenta de la escasez de juguetes mixtos.La sexualización del juego a ultranza se remonta a los años 90. Es el resultado del desembarco en el sector juguetero de las estrategias de marketing propicias a la esquematización -los fabricantes funcionan con referencias muy fácilmente identificables por la mayor parte de público posibley a la mundialización de este mercado, de aquí la uniformización de los productos. La división niños-niñas permite a las empresas un incremento de beneficios: la categorización del juguete según estereotipos sexuales muy exagerados facilitan menos el intercambio entre fratrías, primos o amigos. Una chica se hará con el coche teledirigido de su hermano pero éste se mostrará reticente a la bici rosa de ella.¿Quién se hace responsable de estas líneas de consumo Las partes implicadas se devuelven la pelota: para los artífices del marketing, son los padres, madres, los compradores quienes deben afinar su espíritu crítico; según las familias, las distorsiones mercantilistas del marketing son las culpables del sexismo en el juguete. Los profesionales de la primera infancia se dirigen a ambos. Si resulta especialmente difícil incidir sobre las grandes firmas para reorientar sus productos (véase línea Lego Friends para niñas), los clientes tienen un poder nada desestimable en la apertura del espectro de intereses. El objetivo no sería tanto el tender hacia juguetes asépticamente neutros sino el poder asociar todos los juguetes a los dos sexos por igual sin cortapisas previas. Ya llegarán las elecciones según carácter, las modificaciones singulares de acuerdo a la imaginación y facultades de cada jugador.Vistos los catálogos, resultaría conveniente proponer una carta de buenas prácticas a las grandes marcas favoreciendo los artículos no sexistas, excluir de los pedidos públicos las firmas con productos especialmente reprochables y sobre todo dotarnos de espacios y tiempos en que niños, niñas y cuantos adultos se apunten, podamos jugar juntos. Iniciativas como la Nickolay Lamm, creador de Lammily, realista alternativa a Barbie merecen ya mención. Su exitoso proyecto, sostenido por el crowdfunding, apuesta por una mujer de proporciones verdaderamente humanas y explica a las niñas que la rubia escultural es anoréxica, en su abdomen solo cabría medio hígado y sobre todo que dado el tamaño de la parte superior de su cuerpo únicamente caminaría a cuatro patas. No existen barbies ni superhéroes, sí los juguetes. Ellos nutren nuestra infancia de fabulosas ensoñaciones, unas más atinadas, curiosas, inteligentes, participativas y divertidas que otras. ¿Por qué forzarlos hasta asignarles sexo :: JOSEMARI ALEMÁN AMUNDARAIN

Rosario Morejón

2015-06-01T00:00:00

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