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El mejor Abogado y su Lado Más Social - Deusto Knowledge Hub Explorer

El mejor abogado y su lado más socialKenari Orbes consigue por segundo año consecutivo la distinción Best LawyersBELÉN FERRERAS BILBAONo son buenos tiempos para algunas profesiones, tampoco para la abogacía, sometida al desencanto de una sociedad en la que parece que todo vale para conseguir un fin. Por eso reconforta el discurso de aquellos que reivindican lo más profundo de su oficio, «lo que siempre debería ser», y alzan la voz para mostrar lo que consideran la cara olvidada de su trabajo.Kenari Orbes es un abogado vizcaíno de 36 años que, por segundo año consecutivo, ha conseguido el galardón que otorga la revista norteamericana Best Lawyers, que distingue a los mejores abogados de cada país. Algo así como los premios Oscar de los letrados, pero que tienen la virtud de que son los propios compañeros de profesión los que votan.En ese galardón, que Orbe ha conseguido en la categoría de litigios, pesan los 200 procedimientos de vía penal y civil que llevó durante el año pasado -«más de uno al día»con un porcentaje de éxito superior al 80%. Pero quizá, además de ese buen hacer frente al juez, pesa también el hecho de que después de 14 años de ejercicio este abogado mantiene «la ilusión» por su profesión y se esfuerza por cambiar la concepción que se tiene de la abogacía en la calle, demasiado estigmatizada por el mito de abogado sin escrúpulos que llega del celuloide, pero también por la influencia de casos demasiado mediáticos que dejan en la opinión pública el sabor agridulce de que un buen abogado puede permitir la impunidad de quien ha podido delinquir durante años.«La profesión de abogado es junto con la de político una de las más denostadas en la actualidad», reconoce Orbe. «Hay que tener en cuenta que cuando alguien va a un abogado es por una cuestión de absoluta necesidad, no de prevención. Es decir. Somos como el dentista. Nadie viene a nosotros a menos que se encuentre con un problema serio que ya hace falta tratar», dice.«Pero además, corporativamente, los abogados no nos hemos sabido vender», asegura, y pone co-El abogado vizcaíno Kenari Orbes con la placa de ladistinción Best Lawyers.ARABA PRESSNkV¿mo ejemplo el caso de los médicos: «Cuando hablamos de médicos pensamos en gente que salva vidas y que intenta hacerlo de la mejor manera posible. Nadie piensa en los médicos que tienen una consulta privada y que se dedican de manera principal a cuestiones más o menos lúdicas como las operaciones de cirugía estética».«Todo el mundo sabe que existe Médicos sin Fronteras pero nadie sabe que existe Abogados sin fronteras», dice, y por eso, este licenciado en Derecho y Máster en Práctica Jurídica por la Universidad de Deusto y doctor por la Universidad de San Petersburgo, que ejerce su labor en el bufete Busturia Consulting, quiere que se cambie la concepción de la abogacía y se reconozca su cara más social.Sabe que es difícil contrarrestar la percepción que ha calado en la sociedad a través de letrados «que se han hecho famosos y reconocidos, muchos de ellos entiendo que a su pesar, como el abogado de la infanta, Urdangarín, y muchos otros como los de Bárcenas» y que han ligado la figura del letrado «aLO INJUSTO DE LA JUSTICIALa Justicia se ha vuelto injusta cuando se habla de las tasas judiciales impuestas por el Gobierno central. Kenari Orbe tiene claro que se está haciendo «un gran daño» porque «hay un grupo muy importante de personas que no pueden acceder a la Justicia gratuita, pero tampoco pueden pagar las tasas que se solicitan». Y eso lleva a que «se acrecienta la teoría de que los tribunales no valen». «No es lógico que para recurrir una multa de 100 euros en la vía de lo contencioso haya que abonar 200 euros de tasa independientemente del resultado. Es una situación absurda que desprestigia la imagen de la Justicia». Esa puede ser la consecuencia más directa de la crisis en su trabajo como abogado, que «no haya capacidad económica de la gente para litigar», pero no la única. «Muchos casos que se dan ahora tienen que ver directamente con la crisis. Incluso muchos casos de violencia doméstica están acrecentados por la situación de crisis o de situación precaria en el hogar». Pero recuerda, además, el «aumento de procedimientos concursales y laborales, o la crisis como excusa para varias empresas para despedir trabajadores. La crisis está ahora muy presente en la Justicia» dice.una serie de intereses que en la calle se consideran que no son justos. Y eso perjudica mucho, porque a la gente de la calle le llega una serie de personas que han hecho una serie de cosas durante años que pueden salir impunes». Pero frente a ello, reivindica la función social de la abogacía, el valor de un turno de oficio, que «a nivel autonómico funciona fenomenalmente bien con grandísimos profesionales quetratan cuestiones de igual o más complejidad que muchos casos mediáticos», dice. En este sentido, considera que «igual que se habla de la Sanidad Pública, como una excelente Sanidad, también hay un servicio público de abogacía que no tiene nada que envidiar al sistema sanitario».A lo largo de su trayectoria ha bregado con casos de muy diferentes características, pero recuerda con mayor cariño aquellas cuestiones que le han permitido «dar pábulo a esa función social que tendría que ser la única función de la abogacía».Entre ellos, cita, por ejemplo «el caso de una persona que llevaba año y medio en una casade acogida porque estaba amenazada por el que había sido su marido y por un familiar de la ex pareja y consiguió rehacer su vida; o la paralización de desahucios cuando se entiende que no tienen razón de ser; o recuperar una vivienda que era de una pensionista y que su ingreso principal era el cobro del alquiler». En definitiva, «llevar felicidad a determinadas personas». «Eso llena más que la mejor minuta que se pueda cobrar», dice.

Belén Ferreras Bilbao

2015-12-01T00:00:00

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